El “Síndrome de la princesa”

 
El “Síndrome de la princesa”

Si nos ponemos a reflexionar sobre las princesas y protagonistas de los cuentos de hadas mas consumidos como “Blancanieves”, “Cenicienta”, “Rapunzel” veremos que todas tienen cosas en común: Todas son hermosas, delgadas y perfectas ¿Qué niña no quisiera ser como ellas?

El “Síndrome de la princesa” es un trastorno que se genera por el impacto “negativo y peligroso” de ciertos cuentos y personajes de ficción.

Este tipo de películas pueden contribuir a la formación de una idea estereotipada sobre la mujer e impactar negativamente en las niñas, ya que pueden llegar a pensar que si son bellas y visten a la moda lograrán encontrar al ansiado príncipe azul.

Estos contenidos contribuyen a difundir valores muy marcados por una sociedad patriarcal, lo que puede influir de manera decisiva en el comportamiento los niños.

Si algo tienen en común las protagonistas de los cuentos populares es, sin duda, su belleza. Todas son hermosas mujeres de largos cabellos y maravillosamente vestidas. Y todas encuentran a su príncipe azul. Jamás se verá a una princesa de cuento discapacitada o lesbiana, pues en este mundo imaginado no tiene cabida aquello que es diferente.

Por otro lado, en este entorno de cuento en donde los niños asumen como correcto, el hombre adquiere suma importancia, ya que es el salvador, el que transmite seguridad a la mujer, el que la cuida y la protege.

Es sabido que la mayoría de los niños aprenden por imitación, y si bien se puede educar con valores de igualdad en el colegio o en casa, la visualización de este tipo de productos puede hacer que los más pequeños tiendan a pensar que esos estereotipos y comportamientos son normales. Las niñas pueden creer que tienen que estar siempre “hermosas” y los niños pueden asumir que deben proteger (de manera patriarca) a la mujer.

Los cuentos tradicionales presentan una distinción de roles muy específicos y vinculados a una sociedad patriarcal. Si nos ponemos a pensar, gran parte de los contenidos dirigidos al público infantil sigue esta misma pauta: el color rosa o morado de la ropa de las niñas, los juguetes para chicos y para chicas... etc.

 

Pero el problema no solo está en los cuentos. La publicidad y el marketing no trabajan la igualdad de género sino todo lo contrario, estigmatizan de manera constante.

Este tipo de comportamientos se denominan “micromachismos”, que son prácticas machistas en la vida cotidiana que se asumen como normales.

La sociedad está llena de este tipo de comportamientos que creemos como válidos y no les damos importancia, pero que van marcando el desarrollo de la mujer en un plano diferenciado del hombre.

Es por esto que la sociedad debería plantearse si está dispuesta a modificar este tipo de modelo que asumimos como correcto. En el caso de las princesas de Disney la productora ha ido modificando su estrategia al ser consciente de las críticas recibidas. “Mulán”, por ejemplo, ya es de otra raza y, en el caso de "Frozen", ocurre que es ella quien tiene el poder en lugar de un hombre.

En este sentido hay que reconocer que Disney  ha incluido ciertos matices en sus producciones que demuestran que la empresa quiere modificar esa imagen de la mujer para adecuarla a la sociedad actual.

¿Prohibir o no prohibir?

Obviamente que la solución no está en prohibirle a los chicos que vean una película como “Frozen”, sino en explicarles que la realidad es muy distinta a lo que cuentan este tipo de historias. Dejándoles en claro que una princesa también puede ser ciega, paralítica o con 40 kilos de más.

Por suerte existen muchos dibujos en los que equipara la situación de la mujer a la del hombre. En 'Peppa Pig', por ejemplo, las hembras asumen roles tradicionalmente más masculinos, como conducir un autobús o dirigir un colegio. Incluso hay dos editoriales de América Latina que han puesto en marcha una colección de libros con el título de “Antiprincesas” para tratar de eliminar la ceñida imagen de la mujer que muchos contenidos audiovisuales y literarios transmiten hoy a los más pequeños.

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