La enfermedad de estar ocupado

 
La enfermedad de estar ocupado

El profesor Omid Safi (Director del Centro de Estudios Islámicos de la Universidad de Duke) nos presenta una reflexión donde ahonda con cierto matiz doloroso lo que él llama la “enfermedad de estar ocupado” y que caracteriza ese modo acelerado e inhumano con que vivimos en medio de una tecnología que no hemos aprendido a dominar del todo. Así, nuestros días transcurren en medio de agitaciones internas y de una tiranía del tiempo que nos falta, que nos sentimos angustiados por no saber disfrutar la vida y los vínculos afectivos.
He aquí sus sencillas y vivaces reflexiones:

Hace un par de días encontré en la calle a una amiga. Me detuve y le pregunté: ”¿Cómo estás? ¿Cómo está tu familia?“.

Me miró de abajo hacia arriba y murmuró en voz baja: “Estoy tan cansada... Tan cansada. Tengo tantos asuntos pendientes que no te imaginas”.

Casi inmediatamente me encontré con un amigo y le pregunté cómo estaba. Nuevamente escuché la misma respuesta con igual tono de voz: ”Estoy tan cansado... tengo tantas cosas qué hacer“. Una voz temblorosa, cansada, quebrada.

Y no sólo les pasa a los adultos. Cuando hace 10 años nos mudamos a Carolina del Norte, estábamos encantados, una ciudad enorme, escuelas excelentes. Nos establecimos en un buen barrio donde vivían familias con hijos. Estaba seguro, todo iba de maravilla.

Unos días después de la mudanza, les ofrecimos a nuestros vecinos amistosos que nuestras hijas se juntaran para jugar. La vecina, que por cierto es una excelente persona, tomó su móvil y empezó a buscar en su agenda. Buscaba y buscaba y buscaba. Se tardó un buen rato. Al fin, concluyó: ”Ahí está, mi hija tendrá 45 minutos libres dentro de dos semanas y media. El resto del tiempo está ocupada con gimnasia, fortepiano y lecciones de canto. Está simplemente muy ocupada“.

El terrible y devastador hábito de “estar ocupados” se desarrolla en nosotros a muy temprana edad.

¿Algún día dejaremos de vivir así? ¿Por qué lo hacemos con nosotros? ¿Porque se lo hacemos a nuestros hijos? ¿Cuándo exactamente fue que olvidamos que nosotros somos personas y no unas máquinas?

Para los niños es normal entristecerse, correr por los charcos, jugar, equivocarse e incluso aburrirse. Todos queremos a nuestros hijos. Pero ¿por qué desde su infancia los sobrecargamos de tareas para que su vida esté llena de estrés y para que no tengan ni un minuto de tiempo libre como nosotros?

¿Qué pasó con aquel mundo donde podíamos estar al lado de nuestros seres queridos y, sin prisa, hablar de lo que pensábamos y sentíamos? ¿Dónde están las conversaciones llenas de un silencio elocuente que no se debe interrumpir?

¿Cómo creamos el mundo donde tenemos montones de asuntos urgentes y no tenemos tiempo para descansar, comunicarnos y simplemente estar?

Sócrates decía: “Un hombre que no comprende la vida, no debería vivir“. ¿Cómo quieres que nosotros comprendamos algo, que seamos humanos, si estamos tan ocupados?

El padecimiento llamado ”Estoy cansado” (y esto ya es un diagnóstico) es destructivo para nuestra salud y bienestar. No nos permite sentirnos conectados plenamente con nuestros seres queridos, no podemos crear este vínculo sincero.

A partir de 1950 surgió una multitud de nuevas tecnologías. Pensábamos que el progreso nos haría la vida más fácil, sencilla y libre (¡así nos lo prometieron!). Y en realidad, no tenemos ninguna libertad, no podemos simplemente descansar como lo hacíamos unas decenas de años atrás.

Para la así llamada “élite” de la sociedad, la línea que dividía el trabajo y la casa, se borró por completo. Estamos mirando las tabletas todo el tiempo. Todo. Nuestro. Tiempo.

Los teléfonos inteligentes y las computadoras portátiles significan que no hay diferencia entre tu oficina y tu casa. En cuanto tus hijos se duermen, nuevamente estás conectado.

Mi guerra personal diaria es una avalancha de correos electrónicos. Demonios, incluso ya declaré mi yihad personal en contra del correo electrónico. Siempre estoy enterrado bajo los centenares de mensajes y no tengo ni idea de cómo acabar con esto. Ya lo intenté todo: respondía sólo por las tardes, no los leía durante los fines de semana, citaba a las personas en lugar de escribirles un par de frases. Y los correos se siguen acumulando: mensajes personales, laborales, publicidad, spam, etc. Y las personas esperan las respuestas: ahí y ahora, no mañana. Resulta que yo también... ¡estoy tan ocupado!

 

Los demás están peor. Muchos trabajan en dos trabajos por un sueldo mínimo para mantener a sus familias. El 20% de nuestros hijos viven en la pobreza, y nuestros padres envejecidos se ven obligados a hacer uno que otro trabajo para poder pagar por sus casas y comer bien. Todos estamos ocupados.

No se puede vivir así.

Cuando te pregunto: “¿Cómo estás?“, ¿qué es lo que quiero saber en realidad?

No te pregunto por la lista de tareas que debes realizar ni la cantidad de correos que tienes que responder. Te pregunto qué es lo que está pasando en tu corazón. Contéstame eso.

Dime que tu corazón está contento, triste o duele, dime que tu corazón quiere sentir atención humana. Mira adentro de tu propio corazón y contéstame. Si te pregunto quiere decir que quiero recibir respuesta de una persona viva.

Dime que aún recuerdas que eres una persona y no una máquina que automáticamente tacha puntos de su lista de tareas. Mirémonos a los ojos, estrechemos nuestras manos. Hablemos, una conversación ahuyentará el estrés, al menos por un rato, y te regalará la sensación de que no estás solo.

Tómame de la mano, mírame a los ojos y conéctate conmigo por tan sólo un segundo.Cuéntame de tu corazón y despierta el mío. Ayúdame a recordar que también soy una persona que quiere atención humana.

Doy clases en una universidad donde los alumnos saben ”estudiar y descansar bien“ y están orgullosos de ello. Es el reflejo de la vida de todos nosotros: incluso cuando nos relajamos, nos sumergimos en el mismo mundo de tensión. Nuestro descanso son las mismas acciones: vemos películas de acción y hacemos deporte hasta que nos agotamos.

Me preguntarás, ¿qué debo hacer con eso? No lo sé. No tengo una solución mágica. Todo lo que sé es que estamos perdiendo la capacidad de vivir una verdadera vida humana.

Debemos cambiar nuestra actitud hacia el trabajo y las tecnologías. Sabemos que queremos lograr una vida buena, sentirnos parte de ella, estar conectados con nuestros seres queridos y darnos cuenta de los procesos de la vida. No sólo se trata de “comer bien” y ”comprar un fabuloso iPhone“. Queremos vivir como humanos.

El poeta William Yates escribió: ”La persona que se atreve a estudiar los rincones más oscuros de su alma, necesita más valentía que un soldado en campo de batalla“.

¿Cómo podemos estudiar los rincones oscuros de nuestro propia alma si estamos tan ocupados? ¿Cómo podemos comprender la vida?

Espero que me puedas proponer una solución útil: cómo empezar a vivir, cómo cambiar a nuestra sociedad.

Quiero que mis hijos corran por los charcos, sueñen e incluso se aburran, que aprendan a ser humanos. Quiero vivir en un mundo donde podamos detenernos, mirarnos a los ojos, tocarnos y entender juntos qué es lo que está pasando en nuestros corazones.

Voy a tomar una pausa para reflexionar acerca de mi propia vida, escuchar mi alma cansada y saber quién soy yo.

¿En tu corazón está pasando lo mismo?

Al menos intentemos construir un mundo en el cual cuando uno diga “Estoy tan cansado”, tu prójimo responda: “Lo sé, amigo. Lo sé. Todos estamos ocupados. Sin embargo, dime, qué es lo que pasa en tu corazón”.

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