¿Te preocupas mucho? Carácter vs Inteligencia
Hace ya varios años que el psicólogo y profesor Mihály Csiakszentmihályi realizó entrevistas a 91 personas calificadas como “muy inteligentes” o incluso como “genios” de diferentes disciplinas, entre ellos 14 premios Nobel, para poder elaborar su libro Creatividad (Paidós, 2008), y al parecer pudo observar que aquellos que destacaban en cuanto a creatividad, solían ser también personas más solitarias, sacrificadas y menos felices.
Recientemente, en el año 2014 se ha realizado un nuevo estudio que corrobora de alguna forma las conclusiones a las que llegó Csikszentmihalyi en su día. Al parecer, la gente que se preocupa más de todo lo que le rodea, y que a su vez, tiene una mayor propensión a padecer depresión y ansiedad, se ha demostrado que es más inteligente, al menos en lo que al área verbal se refiere.
Investigaciones anteriores habían ya demostrado que los síntomas de ansiedad y depresión se asocian negativamente con las medidas de inteligencia superior. Pero el más reciente estudio sobre este tema ha sido dirigido por Alexander Penney de la Lakehead University en Ontario. Para realizarlo, reunieron a 125 estudiantes que realizaron una serie de pruebas en las que se medía sus niveles de depresión, timidez e inteligencia verbal; como su riqueza de vocabulario, su capacidad para categorizar palabras y su habilidad para entender proverbios. Los estudiantes tuvieron que rellenar también un cuestionario en el que se medía su nivel de preocupación.
Curiosamente, aquellos estudiantes que admitían estar siempre preocupados, tendían a sacar unas puntuaciones más altas en el test inteligencia verbal.
La culpa es de la evolución
Según los investigadores, la capacidad de preocuparse por el entorno ha sido una herramienta muy útil para nuestros antepasados, ya que les proporcionaba tiempo extra para a anticiparse a las posibles amenazas. Tal como explican en las conclusiones del estudio: “Desde un punto de vista evolucionista, los costes de preocuparse por una amenaza que finalmente no ocurre son menores que los que tiene fracasar a la hora de trazar un plan para evitar una amenaza que sí se materializa”.
Por desgracia, el precio que debemos pagar los seres humanos por ser inteligentes es elevado, y viene acompañado, entre otras cosas, de una mayor tendencia a padecer depresión, que fue otra de las relaciones significativas señaladas en el estudio.
El estudio también desveló que las personas con una mayor inteligencia verbal poseen una mayor habilidad para recordar eventos pasados y, por tanto, a preocuparse por ellos y por lo que habría pasado si hubieran actuado de otra forma. En cambio, los estudiantes con mayores dificultades para recordar detalles de eventos pasados, obtenían una mayor puntuación en pruebas de inteligencia no verbal, como por ejemplo resolución de puzles, problemas lógicos y razonamientos abstractos.
De modo que, aquellas personas con mayor habilidad para observar el presente, son mejores resolviendo problemas sobre la marcha y no se preocupan tanto del futuro, por lo que tienen una menor tendencia a padecer depresión, aunque esto les conlleve una menor habilidad para anticipar las amenazas, así como una menor inteligencia verbal. A partir de este estudio, pues, se pueden observar las conexiones que existen entre la inteligencia y los procesos cognitivos que subyacen a los trastornos emocionales.
Marta Guerri