Relación entre el desorden, los miedos y el estado emocional

 
Relación entre el desorden, los miedos y el estado emocional

Primera parte

Si bien se cree que el desorden puede contribuir a soltar las inhibiciones, a lograr más creatividad y a vivir con más naturalidad y frescura, no siempre es asi.

Esta situación, donde impera cierto caos, podría reflejar una actitud creativa siempre y cuando el sujeto genere resultados positivos, sea próspero en el logro de sus objetivos y se sienta emocionalmente sereno.

Pero hay casos inversos, donde el desorden crea verdaderas perturbaciones, inhibe la creatividad  y conduce a un malestar crónico, al punto de que no permite la obtención de resultados y metas por falta de agilidad y orden mental.

Utilizando una metáfora logosófica sobre "la casa mental", podríamos imaginar el estado en que se encuentran ciertos sectores o áreas de nuestra mente haciendo un paralelo con el desorden físico del lugar donde vivimos, trabajamos, comemos o descansamos.

Según los psicólogos, la acumulación de cosas en el hogar y el desorden están relacionados con diferentes clases de miedos: miedo al cambio, a ser olvidado, miedo a la pobreza y simbolizan confusión, caos, inestabilidad e incertidumbre acerca de las metas y propósitos.  

Por su parte, el lugar del desorden o acumulación de cosas parecerían reflejar las áreas problemáticas de nuestra vida. Así, se interpreta que el placard reflejaría el estado emocional y que una colcha desteñida significaría que nuestra vida amorosa ha perdido brillo.

Si se han conservado objetos rotos o dañados por largo tiempo pensando en repararlos algún día, ello simbolizaría promesas y sueños rotos, al punto que la casa mental estaría afectada por pensamientos de desilusión, de pérdida o enojo.

También se dice que si el desorden lo tenemos en el cuarto significaría que dejamos las cosas inconclusas y poseemos dificultades para tener una pareja o trabajo estable.

Llevando la interpretación al plano de nuestra "casa mental", diríamos que los pensamientos de desgano, comodidad e inconstancia perturban nuestro ser interno en la intimidad de nuestro cuarto mental.

Como se puede observar, el desorden externo del lugar donde vivimos o trabajamos podría reflejar el desorden de nuestra mente. Cuando la casa mental no está ordenada, se hace lento el camino para obtener nuestras metas, pues la oscuridad mental nos impide ver las oportunidades y nos hace perder tiempo.

A modo de ejercicio, tratemos de recordar los lugares en desorden del lugar donde vivimos e imaginemos el estado de nuestra propia casa mental:   

  • Si hay desorden u objetos amontonados en la entrada de mi domicilio, ¿será que en mi propia casa mental tengo miedo a relacionarme con otras personas?
  • Si hay desorden u objetos amontonados en el placard, ¿será que mi mente no puede controlar ni manejar mis emociones?
  • Si hay desorden u objetos amontonados en la cocina, ¿será que en mi casa mental sigue habitando un resentimiento que me impide mostrarme tal como soy íntimamente?
  • Si hay desorden en el escritorio o área de trabajo, ¿será que en mi mente habitan pensamientos e imágenes de frustración, miedo y necesidad de controlar?

 

En nuestra próxima nota continuaremos revisando nuestra casa y nuestra mente para detectar e identificar los lugares en los que podríamos poner más orden y liberarnos del lastre de las cosas y pensamientos viejos.

Como ejercitación, tratemos de ventilar nuestra casa mental, desalojando las trabas y los prejuicios que conforman nuestro historial personal. Para ello, busquemos el oxígeno de las emociones gratas abriendo las ventanas de los recuerdos de experiencias felices.    

Segunda parte
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