Punto G Masculino: La Zona Prohibida

 
Punto G Masculino: La Zona Prohibida

Muchos hombres aún se resisten a la idea de descubrir y estimular la “zona prohibida”. Aunque la apertura mental de los últimos años ha cambiado la forma de ver a este punto como algo de poco “macho”, muchos se niegan categóricamente a la exploración de su punto G.

Muchos hombres temen que la curiosidad puede desviar su sexualidad o de perder algo de masculinidad. Pero la realidad es que nada puede cambiar la sexualidad de alguien, a menos que se esté reprimiendo. Es un mito y una creencia popular el pensar que por estimular el punto G se puede cambiar los gustos sexuales. De hecho, quienes lo han probado, no solo que no han cambiado sus preferencias sexuales, sino que no dudan en repetir la experiencia, por haberla sentido extremadamente satisfactoria.

Cuando los hombres (y muchas mujeres) comprendan que los gustos sexuales no varían con este tipo de prácticas, tal vez lamenten el tiempo perdido.

Es verdad que existen muchos prejuicios y connotaciones homosexuales a todo lo que este relacionado con el ano masculino. Pero disfrutar de la estimulación anal no es un indicador de orientación sexual.

No se puede juzgar a los hombres que sienten temor. Siempre se debe respetar al otro en sus decisiones sexuales. No sirve de nada forzar una situación ya que la psiquis es sabia y el disfrute está condicionado a la aceptación.

Sin la necesidad de exigir, es posible (de a poco) ir estimulando este punto masculino.

El punto G masculino no es otra cosa que la próstata, una glándula que genera el líquido seminal. Una zona de gran erotismo, en donde la simple fricción puede lleva al varón a un éxtasis casi imposible de expresar.

El punto G masculino, es un sitio “estratégico’ de sensibilidad extrema que si se sabe explorar y estimular, puede generar un gran placer, llegando a alcanzar orgasmos de gran intensidad.

¿Dónde se encuentra el punto G masculino?

 

El punto G de los hombres se encuentra en el interior del recto, a unos 5 cm del ano y en la pared que da hacia el frente, hacia la vejiga. Puede accederse a la próstata a través del ano, introduciendo un dedo. Traspasado el esfínter anal, se llega al recto. A unos cuatro o cinco centímetros de profundidad, en su pared anterior (la que mira al pene) se encuentra un abultamiento como de un centímetro de espesor: es la próstata, nuestro Punto G.

Estimulación del pungo G

Hay dos formas de estimulación: externa e interna.

Estimulación externa o indirecta: Orgasmos más placenteros.
Presionando o masajeando con el dedo índice el perineo (área que se encuentra entre los testículos y el ano), con lo que se estimula el punto G del hombre desde afuera. En este punto existe una gran cantidad de terminaciones nerviosas que hacen a esta zona absolutamente sensible y muy erógena.

Estimulación interna o directa: Orgasmos explosivos. 
Para llegar a la glándula se debe insertar un dedo lubricado en el ano. A algunos hombres les gusta que estimulen su próstata una vez que están con una erección completa, mientras que otros sienten que la estimulación prostática incrementa su erección y los conduce al mejor orgasmo que han experimentado en sus vidas. Hay casos en los que los hombres ni siquiera necesitan estimulación en sus penes, porque el placer que viene del masaje prostático es suficiente para producirles un orgasmo.

Cómo se estimula el punto G masculino:

Para intentar esta técnica, el hombre deberá de estar muy relajado y hacer a un lado todos los prejuicios homofóbicos, ya que es perfectamente normal que sienta placer en esta zona porque de ahí nace el pene. 

  • Para empezar se recomienda comenzar con un masaje en el perineo y los bordes del ano para relajarlo y excitarlo. Una vez que se logre, la introducción del dedo debe ser muy suave, presionando poco a poco para que él se acostumbre a esta nueva sensación.
  • Muy cerca de la entrada del ano se podrá sentir la próstata, que tiene forma de nuez y se encuentra a 5 centímetros de la entrada del ano, rodeada de tejidos fibrosos y músculos suaves.
  • Introducir con toda suavidad y delicadeza un dedo por el conducto anal y guiarlo a través de su pared frontal.
  • Aproximadamente a cinco centímetros presionar hacia delante (hacia el pene) hasta notar el pequeño abultamiento a esa altura.
  • Al encontrar el punto G, masajear la zona de manera suave, sin dejar de preguntar lo que está sintiendo, ya que de esta forma se puede saber si se esta yendo por buen camino. Con este masaje, muchos hombres pueden experimentar un orgasmo, aunque algunos quizá necesiten más estimulación en el pene.
  • La mejor posición para facilitar esta actividad es que el hombre se acueste boca arriba con las rodillas contra el pecho.
  • Dar un suave y pausado masaje. Al frotar se irá dilatando hasta que llegue al orgasmo, que será mucho más intenso que uno normal.
  • Una opción, para producir mayor placer o para que el hombre se relaje un poco, es la de hacerle sexo oral mientras se estimula su punto G.

Es fundamental que el hombre esté relajado y deje a un lado las creencias o los tabúes para que lo pueda disfrutar.

Para cualquier actividad sexual, es fundamental que la pareja pueda hablar y comunicar sus necesidades y sus gustos para llegar a tener una sexualidad plena y satisfactoria.

Artículos Relacionados
Sexo Anal: mitos y consejos
El Beso Negro o Annilingus
Los riesgos del Sexo Oral
Seccion: